Estábamos sentados, tomados de la mano, hablando, no había sido tan feliz en mi vida. No hablabamos, tú mirabas mi rostro y sonreías, yo no podía pedir nada más al mundo, sólo deseaba qué ese momento nunca acabase. Luego empezaste a jugar con un mechón de mi pelo mientras me decías que nunca me abandonarías, era un momento perfecto que creí que nunca terminaría. De pronto te empezaste a acercar con esa sonrisa en el rostro y...
Sonó el timbre del recreo que desmoronó el mundo perfecto que había creado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario